¿Sabías que España estuvo a punto de entrar en la Segunda Guerra Mundial junto a la Alemania nazi y la Italia fascista? España se alineó al principio del conflicto con los países del Eje, aunque luego se declaró no beligerante y al final fue modificando su posicionamiento para alejarse de quienes iban a perder la guerra.

Todo empieza quince días antes de que acabara la guerra civil. El 16 de marzo de 1939, el general Franco manda un telegrama al jefe del Ejército del Sur, Queipo de Llano, para que empiece a construirse en La Línea una serie de búnkeres, fortines y fosas frente a Gibraltar. La Segunda Guerra Mundial no empezaría hasta septiembre de aquel año, pero ya en abril estas obras se amplían y empieza a ponerse en marcha el Plan de Fortificaciones del Estrecho de Gibraltar. Este plan incluía, en las dos orillas del estrecho, la construcción de cientos de kilómetros de carreteras y carriles, fortificaciones, búnkeres, nidos de ametralladoras, apeaderos de ferrocarril, muelles, polvorines, hospitales, surtidores de combustible, observatorios, instalaciones militares de todo tipo y el emplazamiento de piezas de artillería y cañones en lugares estratégicos.

El objetivo de todas estas obras militares era facilitar la entrada de España en la Segunda Guerra Mundial del lado alemán, conquistar Gibraltar y apoderarse del Marruecos francés. Como en 1943, cuando se están finalizando las obras, es evidente que Alemania no va a ganar la guerra, el gobierno franquista da un giro a su política. Dirá que estas obras de fortificación del Estrecho tenían como finalidad la defensa frente a una posible invasión de las tropas aliadas.

El Campo de Gibraltar es el lugar de España con mayor concentración de búnkeres y fortificaciones de la Segunda Guerra Mundial. San Roque es el municipio que más instalaciones de este tipo alberga, sobre todo en la falda suroeste de la Sierra Carbonera. Cuenta con más de 180 de los aproximadamente 800 elementos de todo el conjunto de la línea de fortificación del vértice sur de la provincia de Cádiz. 

Todas estas fortificaciones fueron realizadas a pico y pala por unos 30.000 presos políticos que cumplían condena en los batallones disciplinarios de trabajadores entre 1939 y 1945. En su mayoría procedían de otras regiones de España. Muchas de las carreteras y pistas que hoy se utilizan fueron construidas por aquellos presos republicanos.